Corazón de mudanza

Al final, todo se pega menos la hermosura. ¿Que una hermana en Cristo se muda de casa? Pues hale, de repente surgimos tres copiotas que le quitamos la exclusiva. En mi caso, la mudanza es de habitación a habitación; de la habitación de mi casa a la habitación del Seminario Conciliar de Madrid, donde habitaré los próximos 6 años si Dios quiere. Esto de mudarse me resulta muy bueno para el Espíritu, porque inevitablemente me encuentro con mi hipocresía a la hora de hablar de la pobreza. Me encantaría vivir con poco, pero descubro que voy a tener que echar viajes para llevar todas "mis cosas" para allá. Me acuerdo que cuando era pequeño íbamos de campamento con una mochila en la que estaba todo, y que tenía que ser poco, para que pudiéramos cargar con ella todos los días, durante las marchas. Obviamente, es un poco pesado ir como los caracoles con la casa a cuestas, pero "el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza" (Mt 8, 20). La pobreza no es obligatoria para seguir a Cristo, pero oye, te hace caminar por el camino más seguro, más libre, más atento a los hermanos, más centrado en el Señor, menos seguro de lo que tienes y más apoyado en la roca firme. Puede que el verano sea buen momento para ver en qué "cosas" me apoyo, y si no pesaré demasiado para un apoyo tan frágil...