lunes, 25 de febrero de 2008

Servir al Señor

La primera lectura de hoy 25 de febrero (2Re 5, 1-15a) me resulta un golpe fuerte en mi vida como cristiano. El Señor, como a Naamán, acude en mi ayuda para salvarme, sin tener por qué (de hecho, Naamán ni siquiera era judío, era un extranjero que no había hecho alianza con Dios). Incluso me dice qué es lo que tengo que hacer para quedar curado y ser feliz. Vamos, blanco y en botella. Cualquier otra persona saldría dando botes por tanta misericordia de Dios hacia un pobre como yo. Pues yo, como Naamán, en vez de obedecer a tan bondadoso Rey, le digo que mis ríos son mucho mejores que la porquería esa de Jordán que hay en Israel. Muchas veces, si nos viéramos desde fuera, nos daríamos cuenta de lo ridículos que somos, y de la infinita bondad de Dios con nosotros. Porque la historia acaba con Naamán, el leproso, el extranjero, el soberbio... curado. Gloria al Señor.